Sin plan de aterrizaje

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Desde que lo recuerdo mi mamá siempre me dice lo mismo cada vez que hablamos acerca de mis planes “Luisa, cuándo vas a aterrizar, nunca tienes los pies en la tierra” y, ahora que lo pienso bien, creo que tiene razón.

Siempre me he definido como una autentica soñadora, de esas que pasan más tiempo acariciando y hablando con la luna que enfrentándose a la que puede ser una aburrida realidad. Sólo una vez recuerdo haber querido ocultar mis instintos y fue precisamente en una de mis primeras entrevistas de trabajo, durante esas pruebas psicotécnicas  en donde los psicólogos te ponen a dibujar figuritas que, según ellos, habla mucho de tu personalidad ¿Te suena familiar?. Antes de la entrevista me dijeron, ni se le ocurra pintar casas en el aire, corazones y nubes, casualmente las primeras cosas que se me vinieron a la mente cuando vi los punticos negros que tocaba delinear en el papel. En honor a mis consejeros y por la necesidad de parecer lo más terrestre posible y quedarme con el empleo, decidí dibujar las cosas lo más reales que pude, casas sobre un suelo firme y por supuesto nada de nubes ni corazones que dejaran en descubierto mi sensibilidad. Si me preguntan si conseguí el empleo, pues sí, así fue…

Desde pequeña estoy acostumbrada a viajar, a cambiar de ambiente, de ciudad, de personas, de colegio, etc. Me he mudado tantas veces de sitio que el cambio se volvió para mí una eterna necesidad. No puedo estar tanto tiempo en un mismo sitio ni mucho menos hacer las mismas cosas, porque enseguida la alarma de la monotonía se enciende dentro de mí y empieza a pitar y pitar tan fuerte que a mi cuerpo imperturbable no le queda otra que plantearse una nueva meta y volver empezar. Estoy acostumbrada a moverme rápido, por eso siempre digo que amo tanto el ritmo inquebrantable de las grandes ciudades, donde ni te das por enterado de lo agotador y lento que puede resultar el tic tac del reloj.

Salí de la universidad y hice por fin algo que hace muchos años me moría por hacer: salir de mi zona de confort y vivir en otro país, por lo que mis pies voladores tomaron otra dirección y me empujaron ilusionados hacia un nuevo cambio. Desde entonces vivo en el país del flamenco, el jamón y las cañas: España.

Llevo aquí menos de año y medio y mi vida está próxima a tomar una nueva dirección. Pero para no perder la costumbre, la banda sonora de mi vida me recuerda aquella frase de mamá ¿Cuándo vas a aterrizar?, a lo que apresuradamente respondo, para autoapoyarme y evitar que los estereotipos de lo que debería ser una vida «normal me  mortifiquen y me hagan sentir culpable, es  que en primer lugar ¿qué es aterrizar?, hacer lo que la mayoría hace, empezar a trabajar en el primer sitio que me salga sólo por no lidiar con prejuicios sociales, esclavizarme por un salario que no alcance ni siquiera para subsistir y, peor aún,  dedicarle mi vida a algo que no me llene del todo ni me haga feliz.

Si eso es ser aterrizada, creo que por ahora no lo haré porque simplemente nací con alas. Cometeré errores, lloraré de emoción, me haré unas cuantas cicatrices, escogeré, como hasta ahora, los caminos más largos y complicados, pero finalmente viviré la vida que mis instintos voladores me animen a seguir.

¡Mi vida tiene alas y a mí me encanta volar!

4 comentarios en “Sin plan de aterrizaje

  1. Bienvenida a este nuevo destino, nunca dejes de soñar, nunca dibujes esas casas o muñecos con piso, sigue soñando y dejandolos en el aire… de nuestra parte, estamos aqui viviendo esta nueva aventura y este nuevo comienzo que no sabemos aun en donde va a aterrizar. Mientras tanto, cuentan con nosotros para lo que necesiten.
    Dios te bendiga.

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