Carta de despedida

Nuevamente me dispongo a empacar. Empacar en dos maletas todo lo que formó parte de mi vida en este año 2015. Sé que el año no se ha acabado y que faltan prácticamente dos meses más, pero para mí,  estoy a punto de cerrar un ciclo que marcó la primera de lo que espero sean muchas aventuras en pareja y claro está individual. Hace casi 6 meses nos vinimos a Malta, después de comprar un ticket de avión en promoción, con una mano adelante y otra atrás.  Con plata para vivir un mes, con muchísimas expectativas, con un inglés que era mejor escrito que hablado y con unas ansias locas de conocer una nueva cultura y de vivir en pareja con todo lo que eso implica.

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Malta nos sorprendió. Nos recibió desde que llegamos con amor, haciendo que  cada día tocara a nuestra puerta una nueva oportunidad  y pudiéramos, no sólo quedarnos más de lo que pensábamos, sino vivir tranquilos, felices y sin ningún tipo de preocupaciones.  Empecé como mesera 15 días, después tomamos la decisión de empezar un pequeño negocio de hostelería y nos convertimos en guías turísticos, limpiadores y demás, fuimos Host de Airbnb por primera vez, conocimos gente de todas parte del mundo, nos gozamos el verano como Dios manda, disfrutamos vivir a 5 minutos del mar, de hacer mil tipo de planes sin necesidad de plata, y encontré el lugar ideal para volver a encontrar mi parte espiritual (no hablo de la religiosa). El lugar ideal para meditar, para darle vida a la Luisa que quería volver a SER.

Para sorpresa encontré un trabajo, uno que me encanta y en el que me sentí involucrada desde la primera vez. Con compañeros bonitos y especiales, que buscan la manera de entenderme cuando se me olvida, muy seguido además, una palabra en inglés, y en donde puedo hacer lo que más me gusta y me pagan: escribir. Pensé que perdía la oportunidad, pero la vida me la devolvió marcando en mi destino nuevamente a Malta para el año siguiente. Me volví a sorprender porque, después de todo, tengo el trabajo pero a la vez puedo ir a mi país después de 2 años.

Creo que cuando me vaya extrañaré el rosado del cielo cuando cae el atardecer, sentarme con mi computador en un restaurante al frente del mar para escribir, ver la luna llena sentada en la playa, sentarme en el parque de mi barrio, como en las viejas épocas de niñez en mi pueblo, a comerme un helado o simplemente a pensar cuando necesito estar a solas.  Extrañaré esa sensación de amor y odio que experimentamos los que vivimos en esta isla y, claro está, su ambiente mágico e internacional, en donde todos buscamos lo mismo: Amigos.  Extrañaré las mil cenas en casa de nuevas personas, la barbacoas en la playa, y una buena Cisk en un día de mucho calor. No debería extrañar ni pensar en estas cosas porque en 3 meses vuelvo, pero ya saben que ninguna experiencia vuelve a ser como la anterior, nada se repite de la misma manera y no sé qué nuevas cosas tendré para contar el año que viene, por lo pronto espero que sea como dice mi novio «Más y mejor».

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Volveré feliz nuevamente a retomar mi trabajo de forma presencial, con muchos proyectos y metas que ejecutar en pareja y con ganas de aprovecharlo todo para seguir el proceso tan bonito que volvió a nacer en mí en este lugar. En 3 meses, nos vemos mi muy querida y pequeña Malta, por ahora me voy feliz a mi país, a ver a mis seres queridos y a descansar de ti… Lo merecemos!!

Gracias Malta

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