Esto sólo ocurre en Malta, Parte II

Hace menos de un año me encontraba escribiendo una entrada como esta a la que titulé Esto solo ocurre en Malta, parte I. En ese momento me encontraba en proceso de adaptación; adaptándome a un nuevo país, condicionándome a un nuevo idioma,  con un trabajo que no era precisamente el de mis sueños y con los viejos apegos de lo que había sido mi vida entre Madrid y Granada durante el año anterior. Me encontraba en el famoso periodo de comparación. Y si comparas un país aparentemente tan ordenado como España con Malta, obviamente mi querida isla tiene todas las de perder. Pero hoy, un año después de haber llegado por primera vez a esta pequeña Isla, creo que siento que ella ocupa un punto de partida en mi vida, y por lo tanto su nombre esta dotado con un significado muy especial.

Cuando hablas con extranjeros, personas que como yo llegaron aquí en busca de oportunidades y cambios, todo llegamos a la conclusión de que este pequeño paraíso tiene una fecha de vencimiento, un máximo de 4 años, pues si estás acostumbrado a vivir en capitales o ciudades grandes, es casi seguro que tarde o temprano te  terminarás aburrimiento de ver el mar en el horizonte, de los bonitos atardeceres, de las noches de cerveza en los bares de siempre y de los reducidos 20 KM cuadrados en los que aprendemos a vivir.

Pero hoy no me fijo en el mal servicio que a veces tiene el transporte, ni en la condición de las calles, la basura, el carácter de algunos malteses, o el trancón. Hoy veo todo con ojos nuevos, como si hubiese llegado de nuevo por primera vez. Amo la posibilidad de poder ver la puesta del sol desde una playa al salir del trabajo, o  la imponente vista del fuerte de Valletta que siempre me deslumbra cuando voy camino a mi clase de Bellydance. Hoy me fijo en los 15 minutos que gasto desde mi casa al trabajo, y de las nuevas caras que nunca dejo de conocer. Me fijo en la felicidad que me produce trabajar con un equipo de personas realmente especiales, en el orgullo que siento de mí cuando miro hacia atrás y veo que ahora tengo lo necesario para vivir por mi y para mi. Por la posibilidad de dedicarle tiempo a mi alma, de conocerme a mi misma, de practicar más yoga, aprender sobre cristales, estar más en contacto con la naturaleza y ser más yo, más natural… Me apasiona poder encontrar los momentos para probar nuevos ritmos, y probar nuevas cosas que nunca me habían interesado hacer. Me propuse una meta: salir de mis hobbies de confort y hacer cosas nuevas.

Hoy no estoy molesta porque en el pasado me tiraron la basura en la puerta o porque el vecino casi me rompe la pared, hoy escojo agradecer y ver las cosas buenas que si no hubiese llegado a esta Isla no podría conocer.

No sé cuándo llegue el momento de ponerle a esta aventura fecha de vencimiento. Por ahora me río irónicamente cada vez que las quejas quieren convertirse en un inesperado vómito verbal. Estamos donde tenemos que estar… nunca olviden que la vida no deja nada al azar.

¡Gracias, gracias, gracias!

Aquí un resumen fotográfico de lo que ha sido este año….

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